Nuestro margen de maniobra está condicionado. Si la mayoría de centros son gestionados por unas pocas grandes empresas de catering no es porque lo hayan elegido, sino porque, en el año 2000, el Gobierno Vasco reguló el funcionamiento y la gestión de los comedores escolares de los centros públicos. Centralizó la gestión buscando universalizar el servicio y eliminar la heterogeneidad en la estructura organizativa y en los costes. La mayoría de los centros privados concertados, a pesar de no verse afectados por esa regulación, apostaron por equiparar sus servicios a los de los centros públicos.

Es el llamado modelo de gestión directa. En él, el Departamento de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco es un actor lejano apartado del día a día que se hace cargo de la contratación del servicio a través de una licitación única y tramita los expedientes de contratación. Una vez adjudicado el contrato, el centro escolar se encarga básicamente de gestionar el pago a la empresa y de cobrar las cuotas a las familias. Hasta ahora solo siete empresas de catering han sido adjudicatarias de este servicio, ya que el Gobierno Vasco pide unas condiciones que son solo accesibles para aquellas de gran tamaño.

Una de las grandes consecuencias que derivan del modelo de gestión directa es que han dejado de construirse cocinas en los centros. Dos de cada tres ya no tienen, y eso condiciona enormemente las acciones que podamos emprender. Por eso hemos dividido las siguientes pautas en esas dos posibilidades, pinchad en la que os corresponda.

Puedes averiguar más sobre la NORMATIVA que rige a los comedores hoy día entrando AQUÍ.

La gestión directa tiene una serie de impactos negativos sobre:

  • La salud. Hemos corroborado que los menús actuales serían muy mejorables desde el punto de vista nutricional y de calidad, lo que influye negativamente en la salud. Son pobres en alimentos frescos, casi nulos en alimentos ecológicos, y con exceso de otros ricos en grasas no saludables, azúcares, aditivos químicos y procesados. A menudo las familias se fijan en la seguridad alimentaria y no son conscientes de las implicaciones que estos menús tienen para la salud a medio y largo plazo.
  • La implicación de la comunidad educativa. Muchas veces más centrada en problemas diarios de convivencia y aprendizaje y con escasez de tiempo, la comunidad educativa en general, y las familias en particular, a menudo desconocen la complejidad del problema y las múltiples repercusiones negativas que tiene este modelo de gestión para niñas, niños y jóvenes. A veces también sucede que se genera la sensación de dificultad y de ser un problema inabarcable.
  • La capacidad de decidir de la comunidad educativa. Con este modelo no hay opción de elegir empresa, ni cambiarla si no es de nuestro agrado, y la información que llega es muy limitada, perdiendo la capacidad de intervenir sobre todo lo relacionado con el comedor. La falta de cultura de la participación, de costumbre de trabajo transversal y compartido entre agentes dificultan aún más los cambios en el centro.
  • La educación. El comedor escolar se considera un servicio complementario en el que se prioriza que el alumnado coma y se comporte “adecuadamente”. Está al margen del proyecto educativo del centro y la alimentación se aborda en el currículum de forma incompleta y sin integrar aspectos sociales, culturales o ambientales, repercutiendo negativamente en su calidad .
  • El servicio. El tiempo de la comida es percibido por el alumnado y el personal como un momento de estrés y conflicto que transmite nerviosismo, por las altas ratios alumnado/personal, por el tiempo destinado, el espacio o el ruido, que dificultan que infantes y jóvenes puedan entablar una relación sosegada y beneficiosa con la comida.
  • El personal del comedor. La mayoría es subcontratado a través de las empresas de catering y tiene unas condiciones laborales precarias. Sus funciones están minusvaloradas y no se valora ni prepara al personal monitor-educador para que desempeñe su labor pedagógica.
  • Las desigualdades de género. Este modelo se sustenta en una educación mayoritariamente compartimentada que promueve categorías diferenciadas y jerarquizadas dentro de los centros. Aquello que se identifica como femenino (por ser ejercido en su mayoría por mujeres o estar asociado a tareas reproductivas) tiene menor valor, promoviendo las desigualdades de género.
  • El reparto de la riqueza. Se ha creado un oligopolio, donde 7 empresas se han repartido el mercado, alterando la libre competencia y dañando los intereses generales, incluso cometiendo fraude al amañar los precios. Todas ellas, a su vez, utilizan mayoritariamente productos de multinacionales (CocaCola, Danone, Nestlé, Kraft, etc.) que siguen la misma lógica de funcionamiento.
  • El medioambiente. La mayoría de alimentos que se consumen provienen de la producción agroganadera industrial, recorren grandes distancias, son procesados mecánicamente, emplean enormes cantidades de envases y embalajes, etc. Todo ello implica un enorme consumo energético, de energías fósiles y recursos naturales, que tiene desastrosas consecuencias como el agravamiento del cambio climático, la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, la erosión de los suelos, o la destrucción de la biodiversidad, entre otras.
  • La economía local. La mayor parte de los alimentos no son de proximidad sino que se adquieren a través de mercados mayoristas, lo que contribuye de forma importante a la desaparición del sector primario y del pequeño comercio local, al tiempo que destruye empleo y oportunidades en el medio rural.
  • La cultura. Con un medio rural y una producción local de alimentos en desaparición, y con niñas y niños que desconocen el origen de los alimentos, cómo se producen, transforman o cocinan las recetas locales, nuestra cultura se ve seriamente perjudicada.
  • Otros pueblos. Buena parte de nuestra dieta se produce muy lejos bajo modelos de agronegocio que expulsan a la gente de sus tierras, explotan a su población y destruyen su entorno y recursos.
  • Nuestra comunidad. Cuando una empresa pasa a encargarse de un proceso que involucraba a las familias, al personal del centro, a las y los baserritarras, a la panadera o al carnicero del pueblo, etc., cuando eso sucede, perdemos comunidad, la base de relaciones de confianza y cercanía que nos conceden la capacidad de organizarnos, de colaborar y decidir por el bien común.

La normativa nos condiciona pero eso no significa que esté todo perdido o que no podamos hacer nada. La sociedad civil lleva años movilizándose, haciendo INCIDENCIA POLÍTICA y logrando avances para el cambio hacia otros modelos de comedor. Gracias a eso hoy contamos con excepciones, comunidades escolares que se han enfrentado a esta imposición como la escuela pública de Larrabetzu  que se decantó por un modelo de autogestión. También están los 4 centros públicos de Gernika, Markina, Laukariz y Orduña que, aprovechando la ligera concesión que hizo el Gobierno Vasco ante la presión social existente y la Proposición No de Ley (PNL) aprobada por el Parlamento Vasco, pusieron en marcha los proyectos piloto (PP), resultando en modelos diversos de cogestión del comedor.

Todo este trabajo desde las comunidades educativas y estas experiencias demuestran que es posible que los comedores escolares de Euskadi sean más justos, educativos, sanos, agroecológicos y cercanos gracias a otras formas de gestión participativas. Al mismo tiempo, pone de manifiesto que nuestra labor de denuncia y concienciación nos hace cada día ganar más apoyos y estar más cerca del cambio de las políticas públicas.

Tenemos el pleno convencimiento de que entre todas vamos a lograr cambios a corto plazo, ya sea a nivel de la normativa o de acciones y propuestas que vaya impulsando la sociedad civil. Por eso, hemos desarrollado la guía como una herramienta flexible, que nos permitirá ir modificando y añadiendo todos esos pequeños grandes avances.

Los imprescindibles

Hay cuatro aspectos que deberemos cuidar desde el principio del proceso. Todos ellos serán imprescindibles para lograr nuestros objetivos:

Una de las grandes consecuencias que derivan del modelo de gestión directa es que han dejado de construirse cocinas en los centros. Dos de cada tres ya no tienen, y eso condiciona enormemente las acciones que podamos emprender. Por eso hemos dividido las siguientes pautas en esas dos posibilidades, pinchad en la que os corresponda.