En el año 2011 Justicia Alimentaria puso en marcha el programa ‘AlimentAcción. Red de escuelas por un mundo rural vivo’ en unos 100 centros escolares de Educación Primaria de varias comunidades autónomas. Gracias también a otros agentes del entorno, entró en las escuelas para trabajar con ellas la esencia de lo que el mundo globalizado creyó robarnos en algún momento: la soberanía alimentaria de los pueblos.
Reflexionar sobre cómo nos alimentamos, reconectarnos con nuestro territorio y baserritarras o mirar más allá de las supuestas bondades que nos ofrecen determinados productos o sistemas alimentarios, nos ha facilitado seguir dando pasos más allá de la reflexión. Esto es parte de lo que están haciendo las familias, el profesorado, el alumnado y el personal de cocina de varios centros1 de la CAPV durante este curso 2018/2019. También es fruto de iniciativas como Gure Platera Gure Aukera y el interés de la sociedad, preocupada por cómo anulan la toma de decisiones que hasta hace poco competía a la comunidad escolar. Así, Mediante metodologías activas y participativas, Justicia Alimentaria, junto a la comunidad escolar, analizan y proponen lo que sería para las escuelas un comedor escolar educativo cohesionado con los valores y principios de un modelo co-alimentario más justo, cercano y sostenible para todas las partes de la cadena: producción, transformación, distribución y consumo de alimentos.
Las escuelas participantes de este proceso de reflexión y acción, están viendo que es posible transformar y mejorar los espacios y las gestiones que competen a la alimentación de su centro, como son el comedor y la cocina. Han comprobado que abrir la escuela a la comunidad para recoger aportaciones e ideas genera pertenencia y responsabilidad por el proyecto, lo que le da durabilidad y asienta las bases para que sea, más que una experiencia piloto, una realidad en la que confluyen multitud de elementos: salud, medio ambiente, justicia, agrobiodiversidad, equidad, presente y futuro de la alimentación… Las escuelas que han participado son las de Artea, Kanpezu, Laukariz, Murumendi (Beasain), Orduña y Vista Alegre (Sestao). Laukariz y Orduña son proyectos pilotos que el Departamento de Educación ha permitido que muestren que otro modelo es viable. Empezaron en los cursos 2016-2017 y 2018-2019 respectivamente.
Además, establecer puentes con el proyecto educativo está abriendo nuevas vías de trabajo, hasta ahora difíciles de explorar, como son el trabajo en equipo y el multisectorial, la implicación de la comunidad educativa en un proyecto común, la innovación en estos y otros espacios como el huerto y la co-creación de materiales pedagógicos y críticos con la alimentación, etc.
Con todo ello se están asentando las bases para que la comunidad escolar sea la verdadera protagonista de su historia, decidiendo cuál es el modelo de comedor, el que mejor responde a sus inquietudes, pero también a las exigencias y necesidades del entorno.
En 2019 son cada vez más las personas que comparten que las cocinas y los comedores son de todas las personas que trabajan en ellos, así como de los niños y las niñas que conviven en ellas 170 días al año durante toda su infancia.